martes, 30 de junio de 2015

Evangelio de hoy Martes XIII del tiempo ordinario 30/06/2015

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

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Evangelio de hoy 
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Día litúrgico: 
Martes XIII del tiempo ordinario


Texto del Evangelio (Mt 8,23-27): En aquel tiempo, Jesús subió a la barca y sus discípulos le siguieron. De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas; pero Él estaba dormido. Acercándose ellos le despertaron diciendo: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!». Díceles: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?». Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza. Y aquellos hombres, maravillados, decían: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?».

«Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza»

Fray Lluc TORCAL 
Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet
(Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)

Hoy, Martes XIII del tiempo ordinario, la liturgia nos ofrece uno de los fragmentos más impresionantes de la vida pública del Señor. La escena presenta una gran vivacidad, contrastando radicalmente la actitud de los discípulos y la de Jesús. Podemos imaginarnos la agitación que reinó sobre la barca cuando «de pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas» (Mt 8,24), pero una agitación que no fue suficiente para despertar a Jesús, que dormía. ¡Tuvieron que ser los discípulos quienes en su desesperación despertaran al Maestro!: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!» (Mt 8,25).

El evangelista se sirve de todo este dramatismo para revelarnos el auténtico ser de Jesús. La tormenta no había perdido su furia y los discípulos continuaban llenos de agitación cuando el Señor, simplemente y tranquilamente, «se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza» (Mt 8,26). De la Palabra increpatoria de Jesús siguió la calma, calma que no iba destinada sólo a realizarse en el agua agitada del cielo y del mar: la Palabra de Jesús se dirigía sobre todo a calmar los corazones temerosos de sus discípulos. «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?» (Mt 8,26).

Los discípulos pasaron de la turbación y del miedo a la admiración propia de aquel que acaba de asistir a algo impensable hasta entonces. La sorpresa, la admiración, la maravilla de un cambio tan drástico en la situación que vivían despertó en ellos una pregunta central: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?» (Mt 8,27). ¿Quién es el que puede calmar las tormentas del cielo y de la tierra y, a la vez, las de los corazones de los hombres? Sólo quien «durmiendo como hombre en la barca, puede dar órdenes a los vientos y al mar como Dios» (Nicetas de Remesiana).

Cuando pensamos que la tierra se nos hunde, no olvidemos que nuestro Salvador es Dios mismo hecho hombre, el cual se nos acerca por la fe.

lunes, 29 de junio de 2015

Evangelio de hoy San Pedro y san Pablo, apóstoles

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

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Evangelio de hoy

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Día litúrgico:

 29 de Junio: San Pedro y san Pablo, apóstoles


Texto del Evangelio (Mt 16,13-19):
En aquel tiempo, llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?». Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Díceles Él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?». Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

«Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo»

+ Mons. Pere TENA i Garriga 
Obispo Auxiliar Emérito de Barcelona
(Barcelona, España)

Hoy es un día consagrado por el martirio de los apóstoles san Pedro y san Pablo. «Pedro, primer predicador de la fe; Pablo, maestro esclarecido de la verdad» (Prefacio). Hoy es un día para agradecer la fe apostólica, que es también la nuestra, proclamada por estas dos columnas con su predicación. Es la fe que vence al mundo, porque cree y anuncia que Jesús es el Hijo de Dios: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt 16,16). Las otras fiestas de los apóstoles san Pedro y san Pablo miran a otros aspectos, pero hoy contemplamos aquello que permite nombrarlos como «primeros predicadores del Evangelio» (Colecta): con su martirio confirmaron su testimonio.

Su fe, y la fuerza para el martirio, no les vinieron de su capacidad humana. No fue ningún hombre de carne y sangre quien enseñó a Pedro quién era Jesús, sino la revelación del Padre de los cielos (cf. Mt 16,17). Igualmente, el reconocimiento “de aquel que él perseguía” como Jesús el Señor fue claramente, para Saulo, obra de la gracia de Dios. En ambos casos, la libertad humana que pide el acto de fe se apoya en la acción del Espíritu.

La fe de los apóstoles es la fe de la Iglesia, una, santa, católica y apostólica. Desde la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo, «cada día, en la Iglesia, Pedro continúa diciendo: ‘¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo!’» (San León Magno). Desde entonces hasta nuestros días, una multitud de cristianos de todas las épocas, edades, culturas, y de cualquier otra cosa que pueda establecer diferencias entre los hombres, ha proclamado unánimemente la misma fe victoriosa.

Por el bautismo y la confirmación estamos puestos en el camino del testimonio, esto es, del martirio. Es necesario que estemos atentos al “laboratorio de la fe” que el Espíritu realiza en nosotros (Juan Pablo II), y que pidamos con humildad poder experimentar la alegría de la fe de la Iglesia.

viernes, 26 de junio de 2015

Evangelio de hoy Sábado XII del tiempo ordinario 27/06/2015

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

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Evangelio de hoy

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Sábado XII del tiempo ordinario


Texto del Evangelio (Mt 8,5-17): En aquel tiempo, al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos». Dícele Jesús: «Yo iré a curarle». Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: ‘Vete’, y va; y a otro: ‘Ven’, y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace». Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes». Y dijo Jesús al centurión: «Anda; que te suceda como has creído». Y en aquella hora sanó el criado.
Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Le tocó la mano y la fiebre la dejó; y se levantó y se puso a servirle. Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; Él expulsó a los espíritus con una palabra, y curó a todos los enfermos, para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: «Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades».


Comentario del 
Rev. D. Xavier JAUSET i Clivillé
(Lleida, España)

«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; 
basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano»

Hoy, en el Evangelio, vemos el amor, la fe, la confianza y la humildad de un centurión, que siente una profunda estima hacia su criado. Se preocupa tanto de él, que es capaz de humillarse ante Jesús y pedirle: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos» (Mt 8,6). Esta solicitud por los demás, especialmente para con un siervo, obtiene de Jesús una pronta respuesta: «Yo iré a curarle» (Mt 8,7). Y todo desemboca en una serie de actos de fe y confianza. El centurión no se considera digno y, al lado de este sentimiento, manifiesta su fe ante Jesús y ante todos los que estaban allí presentes, de tal manera que Jesús dice: «En Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande» (Mt 8,10).

Podemos preguntarnos qué mueve a Jesús para realizar el milagro. ¡Cuántas veces pedimos y parece que Dios no nos atiende!, y eso que sabemos que Dios siempre nos escucha. ¿Qué sucede, pues? Creemos que pedimos bien, pero, ¿lo hacemos como el centurión? Su oración no es egoísta, sino que está llena de amor, humildad y confianza. Dice san Pedro Crisólogo: «La fuerza del amor no mide las posibilidades (...). El amor no discierne, no reflexiona, no conoce razones. El amor no es resignación ante la imposibilidad, no se intimida ante dificultad alguna». ¿Es así mi oración?

«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo...» (Mt 8,8). Es la respuesta del centurión. ¿Son así tus sentimientos? ¿Es así tu fe? «Sólo la fe puede captar este misterio, esta fe que es el fundamento y la base de cuanto sobrepasa a la experiencia y al conocimiento natural» (San Máximo). Si es así, también escucharás: «‘Anda; que te suceda como has creído’. Y en aquella hora sanó el criado» (Mt 8,13).

¡Santa María, Virgen y Madre!, maestra de fe, de esperanza y de amor solícito, enséñanos a orar como conviene para conseguir del Señor todo cuanto necesitamos.




Homilías del Papa 2015-06-26 en Santa Marta

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

Homilía del Papa:
 La Iglesia es comunidad, si se acerca a los últimos
2015-06-26 Radio Vaticana


Jesús fue el primero que se “ensució las manos

(RV).- Los cristianos deben acercarse y tender la mano a aquellos a los que la sociedad tiende a excluir, como hizo Jesús con los marginados de su tiempo. Y esto hace de la Iglesia una verdadera “comunidad”. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

El bien no se hace desde lejos
Jesús fue el primero que se “ensució las manos acercándose” a los excluidos de su tiempo. Se “ensució las manos” tocando a los leprosos, por ejemplo, curándolos. Y enseñando así a la Iglesia “que no se puede hacer comunidad sin cercanía”. El Papa Francisco centró su homilía en el protagonista del breve pasaje del Evangelio del día: un enfermo de lepra que se postra ante Jesús y se anima a decirle: “Señor, si quieres, puedes purificarme”. Y Jesús lo toca y lo cura.

Jesús tiende la mano al excluido
El milagro – observó el Papa – se produce ante los ojos de los doctores de la ley para los cuales, en cambio, el leproso era un “impuro”. Y afirmó que “la lepra era una condena de por vida” y que “curar a un leproso era tan difícil como resucitar a un muerto”, razón por la cual eran marginados. Jesús, en cambio, tiende la mano al excluido y demuestra el valor fundamental de una palabra, “cercanía”:

“No se puede hacer comunidad sin cercanía. 
No se puede hacer la paz sin cercanía. No se puede hacer el bien sin acercarse. Jesús podía decirle: ‘¡Que te cures!’. No: se acercó y lo tocó. ¡Es más! En el momento en que Jesús tocó al impuro se volvió impuro. Y éste es el misterio de Jesús: tomar sobré si nuestras suciedades, nuestras cosas impuras. Pablo lo dice bien: ‘Siendo igual a Dios, no estimó un bien irrenunciable esta divinidad; se rebajó a sí mismo’. Y después Pablo va más allá: ‘Se hizo pecado’. Jesús se hizo pecado. Jesús se ha excluido, ha tomado sobre sí la impuridad para acercarse a nosotros”.

Jesús incluye
El pasaje del Evangelio contiene también la invitación que Jesús hace al leproso curado: “No se lo digas a nadie; ve, en cambio, a mostrarte al sacerdote y presenta la oferta establecida por Moisés como testimonio para ellos”. El Papa subrayó que para Jesús, además de la proximidad, en esto es fundamental la inclusión:

“Tantas veces pienso que sea, no digo imposible, pero muy difícil hacer el bien sin ensuciarse las manos. Y Jesús se ensució. Cercanía. Y además va más allá. Le dijo: ‘Ve a lo de los sacerdotes y haz lo que  se debe hacer cuando un leproso es curado’. A aquel que estaba excluido de la vida social, Jesús lo incluye: incluye en la Iglesia, incluye en la sociedad… ‘Vete para que todas las cosas sean como deben ser’. Jesús no margina jamás a nadie. Se margina a sí mismo para incluir a los marginados, para incluirnos a nosotros, pecadores, marginados, con su vida”.

Cercanía quiere decir tender la mano
El Papa puso de relieve el estupor que Jesús suscita con sus afirmaciones y con sus gestos. “Cuánta gente – comentó el Santo Padre  – siguió a Jesús en aquel momento” y “sigue a Jesús en la historia porque se siente maravillada al oírle hablar”:

“Cuánta gente mira desde lejos y no entiende, no le interesa… Cuánta gente mira desde lejos pero con corazón malo, para poner a prueba a Jesús, para criticarlo, para condenarlo…  Y cuánta gente mira desde lejos  porque no tiene el coraje que ha tenido éste, ¡pero tiene tantas ganas de acercarse! Y en ese caso, Jesús ha tendido la mano, primero, pero en su ser, ha tendido la mano a todos, haciéndose uno de nosotros, como nosotros: pecador como nosotros pero sin pecado, pero sucio con nuestros pecados. Y ésta es la cercanía cristiana”.

Es una “bella palabra la de la cercanía”, concluyó Francisco. E invitó a hacer un examen de conciencia: “¿Yo sé acercarme?”. ¿“Tengo ánimo, tengo fuerza, tengo coraje de tocar a los marginados?”.

Una pregunta – dijo –  que también tiene que ver con “la Iglesia, las parroquias, las comunidades, los consagrados, los obispos, los sacerdotes, todos”.
(María Fernanda Bernasconi – RV)

Homilías del Papa 2015-06-25 en Santa Marta

Homilías del Papa y Temas sacerdotales


Papa: 
No a los pastores que hablan demasiado y escuchan poco

2015-06-25 Radio Vaticana

Distinción entre los verdaderos predicadores del Evangelio 
y los “pseudo profetas”

(RV).-  La gente sabe cuándo un pastor tiene esa coherencia que le da autoridad. Es uno de los pasajes de la homilía del Papa Francisco durante la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, centrada en la distinción entre los verdaderos predicadores del Evangelio y los “pseudo profetas”.

El pueblo sigue maravillado a Jesús porque Él enseña como uno que tiene autoridad y no como los escribas. Desarrollando su reflexión a partir del pasaje del Evangelio del día el Santo Padre observó que la gente percibe, sabe, “cuando un sacerdote, un obispo, un catequista o un cristiano tiene esa coherencia que le da autoridad”. Jesús – dijo el Papa – “pone en guardia a sus discípulos” ante los “falsos profetas”. Y después les explicó cómo hacer para comprender “dónde están los verdaderos profetas y dónde los pseudo profetas”; “dónde están los verdaderos predicadores del Evangelio y dónde los que predican un Evangelio que no es Evangelio”.

Hablar, hacer y escuchar
El Papa también afirmó que hay tres palabras-clave para entender esto: “Hablar, hacer y escuchar”. Ante todo – advirtió retomando la admonición de Jesús – “No cualquiera que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos”:

“Estos hablan, hacen, pero les falta otra actitud, que es precisamente la base, que es precisamente el fundamento del hablar, del hacer: les falta escuchar. Por tanto, prosigue Jesús: ‘Quien escucha estas palabras mías y las pone en práctica: el binomio hablar-hacer no es suficiente… nos engaña, tantas veces nos engaña. Y Jesús cambia y dice: el binomio es el otro, escuchar y hacer, poner en práctica: ‘Quien escucha mis palabras y las pone en práctica será semejante a un hombre sabio que ha construido su casa sobre la roca’”.

Estar atentos ante los “pseudo profetas”
En cambio – prosiguió diciendo el Papa – “el que escucha las palabras pero no las hace suyas, las deja pasar, es decir no escucha seriamente y no las pone en práctica, será como aquel que edifica su casa sobre la arena”. Y – añadió –  “conocemos el resultado”:

“Cuando Jesús pone en guardia a la gente de los ‘pseudo profetas’, dice: ‘Por sus frutos los conocerán’. Y aquí, de su actitud: tantas palabras, hablan, hacen prodigios, hacen cosas grandes pero no tienen el corazón abierto para escuchar la Palabra de Dios, tienen miedo del silencio de la palabra de Dios y estos son los ‘pseudo cristianos’, los ‘pseudo pastores’. Es  verdad, hacen cosas buenas, es verdad, pero les falta la roca”.

Los pastores mundanos hablan demasiado y escuchan poco
Les falta – especificó Francisco – “la roca del amor de Dios, la roca de la Palabra de Dios”. Y sin esta roca –  advirtió – “no pueden profetizar, no pueden construir: aparentan, porque al final todo se derrumba”. “Son  – dijo el Santo Padre  – los  ‘pseudo pastores’, los pastores mundanos; también los pastores o los cristianos que hablan demasiado, tienen miedo del silencio, quizá hacen demasiado”. Pero no son capaces de escuchar, hacen lo que dicen, hacen de lo propio, pero no de Dios”:

“Recordemos estas tres palabras, son un signo: hacer, escuchar, hablar. Uno que sólo habla y hace, no es un verdadero profeta, no es un verdadero cristiano, y al final se derrumbará todo: no está sobre la roca del amor de Dios, no está firme como la roca. Uno que sabe escuchar y de la escucha hace, con la fuerza de la palabra de otro, no de la propia, ese permanece firme. Si bien sea una persona humilde, que no parece importante, ¡pero cuántos de estos grandes hay en la Iglesia! ¡Cuántos obispos grandes, cuántos sacerdotes grandes, cuántos fieles grandes que saben escuchar y de la escucha hacen!”

Un ejemplo de nuestros días – dijo también el Papa –  es la Madre Teresa de Calcuta que “no hablaba, y en el silencio ha sabido escuchar” y “¡ha hecho tanto! No se derrumbó ni ella, ni su obra”. “Los grandes – añadió Francisco  – saben escuchar y de la escucha hacen porque su confianza y su fuerza está en la roca del amor de Jesucristo”.

“Que la debilidad de Jesús, que de fuerte se hizo débil para hacernos fuertes  –concluyó el Papa – nos acompañe en esta celebración y nos enseñe a escuchar y a hacer de la escucha, no de nuestras palabras”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).  (from Vatican Radio)

Evangelio de hoy Viernes XII del tiempo ordinario San Josemaría, presbítero

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 Viernes XII del tiempo ordinario

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Santoral 26 de junio:
 San Josemaría, presbítero

Texto del Evangelio (Mt 8,1-4): En aquel tiempo, cuando Jesús bajó del monte, fue siguiéndole una gran muchedumbre. En esto, un leproso se acercó y se postró ante Él, diciendo: «Señor, si quieres puedes limpiarme». Él extendió la mano, le tocó y dijo: «Quiero, queda limpio». Y al instante quedó limpio de su lepra. Y Jesús le dice: «Mira, no se lo digas a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio».

«Señor, si quieres puedes limpiarme»

Rev. D. Xavier ROMERO i Galdeano
(Cervera, Lleida, España)

Hoy, el Evangelio nos muestra un leproso, lleno de dolor y consciente de su enfermedad, que acude a Jesús pidiéndole: «Señor, si quieres puedes limpiarme» (Mt 8,2). También nosotros, al ver tan cerca al Señor y tan lejos nuestra cabeza, nuestro corazón y nuestras manos de su proyecto de salvación, tendríamos que sentirnos ávidos y capaces de formular la misma expresión del leproso: «Señor, si quieres puedes limpiarme» (Mt 8,2).

Ahora bien, se impone una pregunta: Una sociedad que no tiene conciencia de pecado, ¿puede pedir perdón al Señor? ¿Puede pedirle purificación alguna? Todos conocemos mucha gente que sufre y cuyo corazón está herido, pero su drama es que no siempre es consciente de su situación personal. A pesar de todo, Jesús continúa pasando a nuestro lado, día tras día (cf. Mt 28,20), y espera la misma petición: «Señor, si quieres...» (cf. Mt 8,2). No obstante, también nosotros debemos colaborar. San Agustín nos lo recuerda en su clásica sentencia: «Aquél que te creó sin ti, no te salvará sin ti». Es necesario, pues, que seamos capaces de pedir al Señor que nos ayude, que queramos cambiar con su ayuda.

Alguien se preguntará: ¿por qué es tan importante darse cuenta, convertirse y desear cambiar? Sencillamente porque, de lo contrario, seguiríamos sin poder dar una respuesta afirmativa a la pregunta anterior, en la que decíamos que una sociedad sin conciencia de pecado difícilmente sentirá deseos o necesidad de buscar al Señor para formular su petición de ayuda.

Por eso, cuando llega el momento del arrepentimiento, el momento de la confesión sacramental, es preciso deshacerse del pasado, de las lacras que infectan nuestro cuerpo y nuestra alma. No lo dudemos: pedir perdón es un gran momento de iniciación cristiana, porque es el momento en que se nos cae la venda de los ojos. ¿Y si alguien se da cuenta de su situación y no quiere convertirse? Dice un refrán popular: «No hay peor ciego que el que no quiere ver».



SAN JOSEMARÍA

EL DIA 26 DE JUNIO, SE CELEBRÁ SU FIESTA LITÚRGICA, DÍA DE SU MARCHA AL CIELO.

CADA DÍA VOY DESCUBRIENDO ENLACES DE COSAS Y DE NOTICIAS INTERESANTES, QUE PONGO EN EL BLOG PARROQUIAL, PARA QUE, LOS QUE VISITEN ESTE BLOG,  PUEDAN, SIN ESFUERZO, CONECTAR CON EL MENSAJE DE SU VIDA, PARA CONOCERLO MEJOR.

A MI POBRE MODO DE VER, ES UN TEMA APASIONANTE, Y TAMBIÉN EN ESTOS TIEMPOS,  PODER DESCUBRIR EL CAMINO, QUE DIOS PUEDE QUERER DE TI...Y DE MI. POR ESO ME PREGUNTO: ¿POR QUÉ NO EL OPUS DEI?.

SI LA GENTE CONOCIESE ESTE CAMINO, PODÍA SENTIRSE LLAMADO/A... A ÉL...? ¿POR QUÉ NO?

UNA BUENA MANERA DE DESCUBRIRLO, ES CONOCER AL QUE FUE CANONIZADO, A SAN JOSEMARÍA, PORQUE SE SANTIFICÓ VIVIENDO ESE ESPÍRITU Y  PORQUE LO ENSEÑÓ A VIVIR  A MILES DE SEGUIDORES...

¿NO CREES QUE ES RAZÓN SUFICIENTE PARA QUE TE PREGUNTES SIN COMPLEJOS NI PREJUICIOS, SI ESE NO PUEDE SER EL CAMINO PARA LLEVAR A TODOS LOS AMBIENTES LA NUEVA EVANGELIZACIÓN Y LA SANTIDAD, DICIÉNDOLE TU SI TAMBIEN AL SEÑOR?


SAN JOSEMARÍA.

Puedes ver en el enlace a continuación,
La Historia de la Vida de San Josemaría contada para los niños.
Te gustará. Franja

http://aprendemosencatequesis.blogspot.com.es/2014/06/recursos-catequesis-san-josemaria.html

¿NO PIENSAS QUE SI JOSEMARIA ESCRIVÁ  FUE CANONIZADO,  EN CIERTA MANERA  TAMBIÉN ESTÁ CANONIZADO SU CAMINO?  POR ESO TE PONGO EL ENLACE QUE HE ENCONTRADO, Y QUE TE PUEDE HACER CONOCER  AL FUNDADOR DEL OPUS DEI.

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http://www.es.josemariaescriva.info/articulo/1928-fundacion-del-opus-dei


jueves, 25 de junio de 2015

Catequesis del Papa 24/06/2015

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

Catequesis del Papa

“Proteger el corazón y la vida de los hijos 
de la desunión familiar”. 


El Santo Padre a su llegada a la plaza de san Pedro - REUTERS

24/06/2015 12:17SHARE:

(RV).- En el miércoles de la XII semana del tiempo ordinario, día en que recordamos también el nacimiento de Juan el Bautista, en su tradicional audiencia general en la plaza de san Pedro y después de haber tratado en las catequesis precedentes las condiciones de vulnerabilidad que ponen a prueba a las familias, como la pobreza, la enfermedad y la muerte, el Santo Padre reflexionó esta vez, sobre las heridas que se abren en el interior de la convivencia familiar.

“Queridos hermanos y hermanas: En la catequesis de hoy reflexionamos sobre las heridas que se producen en la misma convivencia familiar. Se trata de palabras, acciones y omisiones que, en vez de expresar amor, hieren los afectos más queridos, provocando profundas divisiones entre sus miembros, sobre todo entre el marido y la mujer. Si estas heridas no se curan a tiempo se agravan y se transforman en resentimiento y hostilidad, que recae sobre los hijos”.

A veces marido y mujer, dijo el Sucesor de Pedro, “afectados por estas profundas heridas”, buscan “comprensión, apoyo y el consuelo” en otra parte, “pero a menudo estos ‘apoyos’ no piensan en el bien de la familia”. “El vaciamiento del amor conyugal”, señaló el Papa, difunde “resentimiento en las relaciones”, y esta desunión,  muy a menudo, “recae” sobre los hijos.

“Cuando los adultos pierden la cabeza y cada uno piensa en sí mismo; cuando los padres se hacen daño, el alma de los niños sufre marcándolos profundamente. En la familia todo está entrelazado”.

De ahí que el Obispo de Roma preguntara si “no obstante la “sensibilidad aparentemente evolucionada”, y los “refinados análisis psicológicos” de nuestros días, no estamos como “anestesiados” respecto a las heridas del alma de los niños. “¿Sabemos qué es una herida del alma?”

“Los esposos son 'una sola carne', de tal manera que todas las heridas y abandonos afectan a la carne viva que son sus hijos. Así se entienden las palabras de Jesús sobre la grave responsabilidad de custodiar el vínculo conyugal, que da origen a la familia”.

Porque los esposos son una sola carne, y las criaturas son carne de su carne, cuando el alma misma de la familia está herida en algún punto “la infección contagia a todos”, profundizó el Papa en su catequesis en italiano, y es por eso que “cuando un hombre y una mujer piensan en modo obsesivo en las propias exigencias de libertad y gratificación”, esta distorsión “carcome” profundamente el  “corazón y la vida de los hijos”.

“En algunos casos, la separación es inevitable, precisamente para proteger al cónyuge más débil o a los hijos pequeños”.

Asimismo el Santo Padre se detuvo sobre los casos en los cuales la separación resulta inevitable e incluso moralmente necesaria. Son aquellos casos “en los que se trata de salvar al cónyuge más débil”, o a “los hijos pequeños”, de los “daños más graves” “causados por la prepotencia y por la violencia, por el envilecimiento y la explotación, por la distancia y la indiferencia”.

“Pero no faltan los casos en que los esposos, por la fe y el amor a los hijos, siguen dando testimonio de su fidelidad al vínculo en el que han creído”.

El Papa Francisco concluyó su catequesis dirigiendo una pregunta a todos: ¿cómo ayudar y acompañar a las familias en esta situación?

“Pidamos a la Virgen María que interceda por nuestras familias - finalizó el Sucesor de Pedro - especialmente por los que pasan por dificultades, para que sepan superar y sanar siempre las heridas que causan división y amargura. Muchas gracias y que Dios los bendiga”.




Ángelus del Papa Francisco. 24/06/2015

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

Francisco \ Audiencias y Ángelus

Entre miles de peregrinos de todo el mundo, 
el Papa saluda a un pequeño - AP

No se hiera el alma de los niños, no sean rehenes de sus padres. 

Recemos por las familias separadas, pidió el Papa
24/06/2015 12:16SHARE:

(RV).- «Que este encuentro alimente la fe, dé nuevo impulso a la esperanza y haga fecunda la caridad», deseó el Papa Francisco a los miles de peregrinos de tantas partes del mundo, que acudieron a la audiencia general, celebrada en la solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista.

Recemos por todas las familias separadas: que no se hiera el alma de los hijos, que los pequeños no sean rehenes de papá y mamá. 

El Obispo de Roma reiteró las palabras de Jesús y exhortó a no escandalizar a los pequeños, con el anhelo de que «Jesucristo sane toda herida presente en la vida de las familias y las haga testimonio de su misericordia y amor»:

«Pidamos al Señor que ayude a las familias para que puedan vivir en su amor. Jesús nuestro Salvador sane todas las heridas del alma. El amor verdadero sabe pasar a través de la tempestad de las dificultades sin quebrantarse, aún más fortaleciéndose y volviéndose más sólido. Recemos por todas las familias separadas, para que vuelvan a encontrar la luz de su primer amor y vivan estos momentos sin herirse y sin herir a los hijos. El Señor bendiga a todas las familias y las proteja del maligno».

En su cordial saludo a los peregrinos polacos y coincidiendo esta fecha con las vacaciones veraniegas, en algunas partes del mundo, el Papa exhortó a atesorar el tiempo vacacional para cultivar el encuentro con el Señor, con parientes y amigos y reponer las energías físicas y espirituales:

«Queridos hermanos y hermanas, al tiempo que entramos en el periodo de las vacaciones de verano, recordemos que Dios nos dona este tiempo para un buen descanso físico, pero también para recargar el espíritu y para fortalecer nuestros lazos con familiares, amigos y con Dios. Nunca olviden la oración, la Misa dominical y las obras de caridad hacia los necesitados»

Con su tradicional saludo especial a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, hizo hincapié en la figura de San Juan Bautista, el Precursor, la ‘voz’ enviada a anunciar a Cristo el Verbo encarnado, llamado a ‘preparar el camino’ delante del Mesías:

«Queridos jóvenes, en especial ustedes, confirmandos de Saluzzo y los del Movimiento juvenil San Francisco, de Plaza Armerina, que la radicalidad evangélica del Precursor los impulse a opciones valientes en favor del bien; queridos enfermos, que su fortaleza los sostenga en llevar la cruz en unión espiritual con el corazón de Cristo; queridos recién casados, que sus lazos con el Cordero los ayuden a unir a sus familias en el amor».
(CdM – RV







Evangelio de hoy Jueves XII del tiempo ordinario 25/06/2015

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Jueves XII del tiempo ordinario



Texto del Evangelio (Mt 7,21-29): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’. Y entonces les declararé: ‘¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!’.
»Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina. Y sucedió que, cuando acabó Jesús estos discursos, la gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas».

Comentario: 
Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez, 
Secretario del obispo de Sant Feliu
 (Sant Feliu de Llobregat, España)

«No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos»

Hoy nos impresiona la afirmación rotunda de Jesús: «No todo el que me diga: ‘Señor, Señor’, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial» (Mt 7,21). Por lo menos, esta afirmación nos pide responsabilidad en nuestra condición de cristianos, al mismo tiempo que sentimos la urgencia de dar buen testimonio de la fe.

Edificar la casa sobre roca es una imagen clara que nos invita a valorar nuestro compromiso de fe, que no puede limitarse solamente a bellas palabras, sino que debe fundamentarse en la autoridad de las obras, impregnadas de caridad. Uno de estos días de junio, la Iglesia recuerda la vida de san Pelayo, mártir de la castidad, en el umbral de la juventud. San Bernardo, al recordar la vida de Pelayo, nos dice en su tratado sobre las costumbres y ministerio de los obispos: «La castidad, por muy bella que sea, no tiene valor, ni mérito, sin la caridad. Pureza sin amor es como lámpara sin aceite; pero dice la sabiduría: ¡Qué hermosa es la sabiduría con amor! Con aquel amor del que nos habla el Apóstol: el que procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera».

La palabra clara, con la fuerza de la caridad, manifiesta la autoridad de Jesús, que despertaba asombro en sus conciudadanos: «La gente quedaba asombrada de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas» (Mt 7,28-29). Nuestra plegaria y contemplación de hoy, debe ir acompañada por una reflexión seria: ¿cómo hablo y actúo en mi vida de cristiano? ¿Cómo concreto mi testimonio? ¿Cómo concreto el mandamiento del amor en mi vida personal, familiar, laboral, etc.? No son las palabras ni las oraciones sin compromiso las que cuentan, sino el trabajo por vivir según el Proyecto de Dios. Nuestra oración debería expresar siempre nuestro deseo de obrar el bien y una petición de ayuda, puesto que reconocemos nuestra debilidad.

-Señor, que nuestra oración esté siempre acompañada por la fuerza de la caridad.

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miércoles, 24 de junio de 2015

Evangelio de hoy 24 de Junio: El Nacimiento de san Juan Bautista

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

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Evangelio de hoy 


Día litúrgico: 24 de Junio:
 El Nacimiento de san Juan Bautista

Texto del Evangelio (Lc 1,57-66.80): Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. Él pidió una tablilla y escribió: ‘Juan es su nombre’. Y todos quedaron admirados.
Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?». Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él. El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.

Comentario: 
Rev. D. Joan MARTÍNEZ Porcel 
(Barcelona, España)

«El niño crecía y su espíritu se fortalecía»

Hoy, celebramos solemnemente el nacimiento del Bautista. San Juan es un hombre de grandes contrastes: vive el silencio del desierto, pero desde allí mueve las masas y las invita con voz convincente a la conversión; es humilde para reconocer que él tan sólo es la voz, no la Palabra, pero no tiene pelos en la lengua y es capaz de acusar y denunciar las injusticias incluso a los mismos reyes; invita a sus discípulos a ir hacia Jesús, pero no rechaza conversar con el rey Herodes mientras está en prisión. Silencioso y humilde, es también valiente y decidido hasta derramar su sangre. ¡Juan Bautista es un gran hombre!, el mayor de los nacidos de mujer, así lo elogiará Jesús; pero solamente es el precursor de Cristo.

Quizás el secreto de su grandeza está en su conciencia de saberse elegido por Dios; así lo expresa el evangelista: «El niño crecía y su espíritu se fortalecía; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel» (Lc 1,80). Toda su niñez y juventud estuvo marcada por la conciencia de su misión: dar testimonio; y lo hace bautizando a Cristo en el Jordán, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto y, al final de su vida, derramando su sangre en favor de la verdad. Con nuestro conocimiento de Juan, podemos responder a la pregunta de sus contemporáneos: «¿Qué será este niño?» (Lc 1,66).

Todos nosotros, por el bautismo, hemos sido elegidos y enviados a dar testimonio del Señor. En un ambiente de indiferencia, san Juan es modelo y ayuda para nosotros; san Agustín nos dice: «Admira a Juan cuanto te sea posible, pues lo que admiras aprovecha a Cristo. Aprovecha a Cristo, repito, no porqué tú le ofrezcas algo a Él, sino para progresar tú en Él». En Juan, sus actitudes de Precursor, manifestadas en su oración atenta al Espíritu, en su fortaleza y su humildad, nos ayudan a abrir horizontes nuevos de santidad para nosotros y para nuestros hermanos.

martes, 23 de junio de 2015

Evangelio de hoy Martes XII del tiempo ordinario 23/06/2015

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

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Evangelio de hoy

Día litúrgico: Martes XII del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 7,6.12-14): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen. Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas. Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran».

Comentario:
 Diácono D. Evaldo PINA FILHO 
(Brasilia, Brasil)

«No deis a los perros lo que es santo»

Hoy, el Señor nos hace tres recomendaciones. La primera, «No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos» (Mt 7,6), contrastes en que los “bienes” son asociados a “perlas” y lo “que es santo”; y, por otro lado, los “perros y puercos” a lo que es impuro. 

San Juan Crisóstomo nos enseña que «nuestros enemigos son iguales a nosotros en su naturaleza pero no en su fe». A pesar de que los beneficios terrenales son concedidos de igual manera a los dignos e indignos, no es así en lo que se refiere a las “gracias espirituales”, privilegio de aquellos que son fieles a Dios.

 La correcta distribución de los bienes espirituales implica un celo por las cosas sagradas.

La segunda es la llamada “regla de oro” (cf. Mt 7,12), que compendiaba todo lo que la Ley y los Profetas recomendaron, tal como ramas de un único árbol: El amor al prójimo presupone el Amor a Dios, y de Él proviene.

Hacer al prójimo lo que queremos que nos hagan implica una transparencia de acciones para con el otro, en el reconocimiento de su semejanza a Dios, de su dignidad. ¿Por qué razón deseamos el Bien para nosotros mismos? Porque lo reconocemos como medio de identificación y unión con el Creador. Siendo el Bien el único medio para la vida en plenitud, es inconcebible su ausencia en nuestra relación con el prójimo. No hay lugar para el bien donde prevalezca la falsedad y predomine el mal.

Por último, la "puerta estrecha"... El Papa Benedicto XVI nos pregunta: «¿Qué significa esta ‘puerta estrecha’? ¿Por qué muchos no pueden pasar por ella? ¿Es un pasaje reservado para algunos elegidos?». ¡No! El mensaje de Cristo «nos dice que todos podemos entrar en la vida. El pasaje es ‘estrecho’, pero abierto a todos; ‘estrecho’ porque es exigente, requiere compromiso, abnegación, mortificación del propio egoísmo».

Roguemos al Señor que realizó la salvación universal con su muerte y resurrección, que nos reúna a todos en el Banquete de la vida eterna.

Comentario: 
+ Rev. D. Lluís ROQUÉ i Roqué 
(Manresa, Barcelona, España)

«Entrad por la puerta estrecha»

Hoy, Jesús nos hace tres recomendaciones importantes. No obstante, centraremos nuestra atención en la última: «Entrad por la entrada estrecha» (Mt 7,13), para conseguir la vida plena y ser siempre felices, para evitar ir a la perdición y vernos condenados para siempre.

Si echas un vistazo a tu alrededor y a tu misma existencia, fácilmente comprobarás que todo cuanto vale cuesta, y que lo que tiene un cierto nivel está sujeto a la recomendación del Maestro: como han dicho con gran profundidad los Padres de la Iglesia, «por la cruz se cumplen todos los misterios que contribuyen a nuestra salvación» (San Juan Crisóstomo). Una vez me decía, en el lecho de su agonía, una anciana que había sufrido mucho en su vida: «Padre, quien no saborea la cruz no desea el cielo; sin cruz no hay cielo».

Todo lo dicho contradice a nuestra naturaleza caída, aunque haya sido redimida. Por eso, además de enfrentarnos con nuestro natural modo de ser, tendremos que ir a contracorriente a causa del ambiente de bienestar que se fundamenta en el materialismo y en el goce incontrolado de los sentidos, que buscan —al precio de dejar de ser— tener más y más, obtener el máximo placer.

Siguiendo a Jesús —que ha dicho «Yo soy la luz del mundo. El que me siga no caminará a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8,12)—, nos damos cuenta que el Evangelio no nos condena a una vida oscura, aburrida e infeliz, sino todo lo contrario, pues nos promete y nos da la felicidad verdadera. No hay más que repasar las Bienaventuranzas y mirar a aquellos que, después de entrar por la puerta estrecha, han sido felices y han hecho dichosos a los demás, obteniendo —por su fe y esperanza en Aquel que no defrauda— la recompensa de la abnegación: «El ciento por uno en el presente y la vida eterna en el futuro» (Lc 18,30). El “sí” de María está acompañado por la humildad, la pobreza, la cruz, pero también por el premio a la fidelidad y a la entrega generosa.


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